Víctor de Currea-Lugo | 17 de noviembre de 2024
Joe Biden, presidente de Estados Unidos, rompió con las restricciones que tenía Ucrania para usar misiles de largo alcance contra el territorio de Rusia. Así, Estados Unidos decidió respaldar a Zelensky, apostar por profundizar el nivel de las hostilidades y por aumentar la geografía de la guerra.
Eso traduce en darle un «respirador» a una guerra que ya tenía los resultados avisados, poniendo más muertos innecesarios. Y en lo geográfico, significa ya no combatir la presencia de Rusia en Ucrania sino usar a Volodimir Zelensky para poner bajo ataque a buena parte de Rusia.
Llama la atención que la decisión la tomó un presidente que ya va de salida, Joe Biden, y que no tiene nada que perder. Por eso, habría que preguntarse cómo llegó el Gobierno demócrata a tal decisión y a quién favorece.
También vale la pena preguntarse por el papel que habría jugado Kamala Harris, la que nos querían presentar como una opción para la paz. Lo cierto es que esta decisión entra en contravía con las declaraciones de Donald Trump sobre el conflicto de Ucrania, al que pretendía ponerle fin.
Si bien, no es posible ver diferencias entre los dos partidos de Estados Unidos con relación al gencidio que comete Israel en Palestina, sí la habría con relación a Ucrania. Parece que los demócratas (que no son blancas palomas) quieren asegurar la continuidad de la guerra.
Otra opción, comparable con el hecho de que los dos partidos son finalmente parte de un mismo sistema, es que le correspondiera a Biden ser «el policía malo», mientras el complejo industrial militar sigue siendo el real gobernante de Estados Unidos.
Decisión nada ingenua ni espontánea
Difícil pensar que Biden tomó semejante decisión sin que lo supieran otros líderes de su Gobierno; así como es difícil pensar que no se consultó con sus aliados europeos. De hecho, al mismo tiempo que se supo de la decisión de Biden, se conoció el apoyo de Francia y de Reino Unido a las decisión.
La presencia de soldados de Corea del Norte es importante, pero (hasta ahora) es más simbólica que real. Rusia ha logrado mostrar que no está solo, cuenta además con China e Irán. Usar un misil de largo alcance, por parte de Ucrania sería más que «casus belli» para que Rusia responda y la OTAN reaccione. Es decir, para una guerra mundial.
Lo cierto es que esta decisión complica el (teórico) plan de Trump para detener la guerra de Ucrania, o por lo menos para reducir significativamente la ayuda militar estadounidense a Zelensky.
Volodimir Zelensky tiene los días contados para usar la carta que le ofrece Biden, pero usarla tendría mucho de suicidio, no solo para Ucrania sino para todo Occidente. Esas armas no podrían ser usadas sino por militares de la OTAN y con el apoyo de satélites que Ucrania no tiene.
Por lo anterior, Vladimir Putin dejó claro que un ataque con ese tipo de armas significaría una declaración de guerra de la OTAN a Rusia. Y el error más común, entre muchos observadores externos, es pensar que hay diferencias entre demócratas y republicanos, o fracturas entre estadounidenses y europeos.