Víctor de Currea-Lugo | 29 de junio de 2024
Texto de mi intervención en la “Popular Conference for Palestinians Abroad”, Estambul, 29 de junio de 2024
Colombia, hasta hace muy poco, era conocida como el “Israel de América Latina”. Hemos estado por décadas bajo la influencia de Estados Unidos, el control del sionismo y con numerosos contratos en materia militar entre los dos gobiernos.
Es más, los brutales grupos paramilitares, responsables del desplazamiento de millones de personas y del asesinato de miles, fueron entrenados por oficiales israelíes. También, armas israelíes han estado detrás de la violencia en Colombia.
Solo hace dos años, en 2022, por primera vez en toda la historia de Colombia; elegimos al primer presidente de izquierda: Gustavo Petro, quien llegó con la promesa de hacer de Colombia una “Potencia Mundial de Vida”.
Desde el comienzo, la política exterior ha estado orientada hacia la recuperación de una mirada multilateral; y no en mantener esa estrecha y peligrosa posición de solo escuchar y obedecer lo que dijera Estados Unidos.
Por eso, en septiembre de 2023, semanas antes de la ofensiva de la resistencia del 7 de octubre; Colombia propuso ante la ONU una conferencia internacional para buscar una salida a la ocupación de Palestina, pero no tuvo el eco esperado.
En octubre y noviembre, el Gobierno colombiano se centró en dos tareas: de la repatriación de latinoamericanos que quisieran salir de Palestina y de Israel, y del envío de varias toneladas de medicamentos y alimentos que fueron entregados a organizaciones humanitarias en Al-Arish, aeropuerto egipcio que queda muy cerca de Gaza.
La sociedad civil, por su parte, ha participado como nunca antes en manifestaciones, foros, conferencias y otras actividades a favor del pueblo palestino; han hecho libros, cartillas, poemarios, y numerosas publicaciones en los medios de comunicación en defensa de esta causa. La consciencia de la sociedad colombiana ha aumentado respecto a este genocidio.
Una vez Sudáfrica presentó su demanda contra Israel en la Corte Internacional de Justicia, por genocidio, Colombia respaldó la decisión y, además, designó un equipo para sumarse al proceso jurídico.
Una vez se aprobó la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas llamando a un cese al fuego durante el mes de Ramadán. El Gobierno colombiano dejó claro que el incumplimiento de dicha resolución por parte de Israel llevaría a la ruptura de relaciones con Israel.
En el marco de la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el Gobierno de Colombia invitó a la comunidad latinoamericana a actuar, basándose en el derecho internacional, y a rechazar el genocidio en curso. Igualmente, defendió el reconocimiento pleno de Palestina.
Colombia, más allá de las palabras
Luego, el presidente Petro decidió cortar la comprar de armas a Israel, país con el que Colombia mantenía un mercado de armas y un importante intercambio de información en materia de inteligencia militar.
Como el genocidio seguía su curso, finalmente, con el apoyo de buena parte de la sociedad colombiana, el Gobierno decidió cortar las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel, a pesar de la presión tanto de Estados Unidos como del lobby sionista.
Posteriormente, entendiendo que las acciones deben ser cada vez más concretas, ordenó suspender la venta de carbón a Israel, por cuanto ese insumo termina alimentando toda esa máquina genocida.
Hace pocas semanas, el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, estuvo visitando Cisjordania; preparando el terreno para la apertura de la Embajada de Colombia ante el Estado de Palestina.
Finalmente, el presidente anunció que Colombia ha decidido ofrecer su experiencia en la atención de heridos de guerra, especialmente a personas amputadas. En ese sentido, un grupo de niños heridos de Gaza estaría llegando próximamente a Colombia, en compañía de sus familiares.
Sabemos que ese conjunto de medidas es poco, en todo caso, comparado con lo que merece y necesita el pueblo palestino. Sabemos que es un pequeño aporte en medio de un genocidio de las dimensiones que el mundo conoce.
Además, dentro de Colombia, el sionismo sigue influenciando varios sectores políticos, alimentando fuertemente la oposición al presidente Petro, controlando los medios de comunicación y persiguiendo a quienes apoyan la causa palestina.
El presidente Petro llama genocidio a lo que es sin duda un genocidio, así mismo llama por su nombre a la limpieza étnica y al apartheid. Pero tiene claro que debemos pasar de las palabras a los hechos. Colombia no es una nación de mayoría árabe, ni musulmana, pero no es necesario que lo sea para que nos duela un genocidio.
Queremos que el ejemplo colombiano se expandiera, así como se ha expandido el valiente ejemplo de Sudáfrica. Queremos que otras sociedades, especialmente las que también hemos vivido la violencia, se sumen a las voces y a las acciones solidarias contra el genocidio.
La causa palestina es nuestra, es de los colombianos, de los latinoamericanos. Y lo es porque hoy en Palestina se decidirá la lucha entre la libertad y la ocupación, entre la vida y la muerte, entre el derecho y la impunidad. Como dijo Gustavo Petro: “Si muere Palestina, muere la humanidad”.
Para finalizar, los no-palestinos queremos pedirles algo con todo nuestro respeto y admiración: enséñenos a ser pragmáticos, sin renunciar a los principios. Enséñenos a ser autocríticos, a asumir nuestras responsabilidades. A hablarle al mundo y no solo a nuestros vecinos. Y a estar unidos, entendiendo que ser diferentes no significa tener que estar separados. Gracias.