Europa a oscuras

Víctor de Currea-Lugo | 29 de abril de 2025

Europa está a oscuras. No solo por el apagón reciente, sino por el crecimiento del fascismo que muestra que la Europa que hemos imaginado, de los derechos humanos y la democracia, está lejos de la real, la oscura, por falta de luces.

La Europa del siglo XVIII fue conocida como la del “siglo de las luces”, precisamente porque se iluminaron las mentes y hasta los hogares con la revolución industrial y la expansión de la electricidad.

Pero hoy no estamos ante esa Europa, sino a la que dejó el siglo XX. La que comenzó dos guerras mundiales, la que se dividió en la Guerra Fría y no pudo unirse cuando esta se acabó, la que tras la caída del muro no fue capaz de mirarse al espejo de la realidad.

A comienzos del siglo XXI, a pesar del proyecto llamado Unión Europea, no logró ser una potencia política. Su economía quedó desnuda en la crisis de 2008 y su capacidad militar, como lo muestra la guerra de Ucrania, depende de Estados Unidos.

La misma Europa que muere sin mano de obra extranjera, pero que no quiere personas, ha ido entregando el poder político a la extrema derecha: desde los Países Bajos hasta Italia, pasando por Hungría. Los votantes cercanos al fascismo crecen en París, como crece el apoyo a Meloni en Italia y al partido Alternativa para Alemania.

En 2016, el Reino Unido abandonó la Unión Europea. Ya en 1994, Noruega había rechazado ser parte de la Unión. Hoy hay voces en Francia a favor de lo mismo: separarse del sueño europeísta.

El nacionalismo levanta las banderas del rechazo a la migración y a la Unión Europea. La población se envejece, pero además de llenarse de años, vuelve a viejas ideas donde el esplendor de Europa estuvo basado en su poder imperial.

Obvio, hay una parte de Europa, de su sociedad, que entiende la importancia de la migración, sigue rechazando el fascismo, lucha por sociedades más incluyentes, más plurales. Una Europa que, a diferencia de buena parte de sus líderes, de verdad condena el genocidio del pueblo palestino.

España era América Latina, Francia era África, Reino Unido era la India. Dicho de otra manera, la Europa imperial derrotó a la Europa de las luces, con el agravante (para ellos) de que estas dos hacen parte del pasado.

Se fue la luz en parte de Europa y los países afectados entraron en pánico. El Estado de bienestar europeo (para los europeos, no para los migrantes) mostró que es más débil de lo que se pensaba.

Si un apagón puntual mostró tanta fragilidad, una guerra o una crisis económica volverían a mostrar que los otrora grandes imperios viven más de las ilusiones que de su realidad política, económica y militar. Europa probó por unas pocas horas el oscurantismo y, aunque volvió la luz, no volvió la ilustración.