Víctor de Currea-Lugo | 4 de Junio de 2015
FERDINAND NAHIMANA fue un periodista ruandés, fundador de la ‘Radio Mil Colinas’ e influyente comunicador social, no al servicio de la verdad y del derecho a la información sino de los que descarrilaron la entonces recién firmada paz en Ruanda.
Llamaba a sus oponentes políticos cucarachas y serpientes, incitó el odio, alimentó las diferencias sociales, justificó la persecución a los civiles, etc. Fue además miembro fundador de la CDR: Coalición por la Defensa de la República. En resumen: fue el responsable de la campaña mediática que llevó al fracaso de los acuerdos de paz.
Por otro lado, en Colombia la figura de Claudia Gurisatti se convierte cada vez más en un fenómeno preocupante. Si bien los grandes medios han tenido una agenda política al servicio de las élites, hay una línea de pudor y de justicia que da espacio a la verdad y la pluralidad. Estas cosas no pueden garantizarse con alguien que llama a sus periodistas las “propias tropas” y que en su diaria comunicación con los enemigos del proceso de paz colombiano fabrica la agenda de información, no basándose en lo que pasa en el país, sino al servicio del fracaso de la paz.
La marginación de periodistas odiados por el uribismo, ya sea porque fueron echados u obligados a renunciar, el énfasis en investigaciones contrarias al Gobierno excluyendo por ejemplo las noticias que produzca la Fiscalía, el veto a personas como Piedad Córdoba, la divulgación de información —por demás falsa— sobre el proceso de paz que ha sido desmentida por el Gobierno, son algunos ejemplos de la gestión de la Gurisatti.
La cacería de brujas de periodistas, la cruzada contra la paz y la lógica uribista, no son problemas de la libre opinión de un periodista, es la negación del oficio en aras de la publicidad política de una causa por demás ruin: la guerra.
Con el poder que acumula la Gurisatti, RCN queda al servicio de Uribe y uno de los canales más vistos al servicio de los enemigos de la paz. Sólo falta que Carlos Julio Ardila decida enfrentar el proceso de paz
En un país altamente polarizado, con una paz en curso frágil y cuestionada, con un sector de la sociedad urbana llamando a la guerra, y una oposición uribista que —a pesar de las múltiples detenciones por delitos probados— sigue siendo fuerte, lo que se juega es la consolidación de un frente de opinión que prefiere 50 años más de guerra. Por eso, la responsabilidad política de la Gurisatti no se puede reducir a quien comenta noticias de la farándula.
La paz no depende únicamente de los medios de comunicación, es responsabilidad ante todo de los que hacen la guerra, pero cuando los medios son solo caja de resonancia entonces el papel de Ferdinand y el de la Gurisatti se juntan: dañar la paz y envenenar la sociedad.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/opinion/ferdinand-gurisatti-columna-564670