El genocidio en Palestina continúa

Víctor de Currea-Lugo | 20 de mayo de 2025

Israel volvió a atacar de manera masiva a Palestina desde marzo de 2025. Las pocas semanas de tregua, desde el 19 de enero, tampoco fueron una verdadera pausa, por los ataques esporádicos y la continua escasez de alimentos servía para continuar con el genocidio.

Las noticias que llegan hablan ya de miles de muertos por los ataques israelíes contra diferentes sitios de Gaza. El horror de los bombardeos regresa. Los voceros de la resistencia han manifestado su llamado a los mediadores, a la comunidad internacional y a las Naciones Unidas.

La crisis humanitaria es brutal: prácticamente no ingresa ninguna ayuda, más del 80% de la población ha sido y sigue siendo desplazada, el colapso del sistema de salud es real, la hambruna va en aumento, los recursos para la ayuda siguen siendo atacados al igual que los trabajadores humanitarios.

Los ataques contra los habitantes de Khan Younis, en el sur de Gaza, que sobreviven en tiendas de campaña son continuos y deliberados. Las operaciones militares aéreas y terrestres volvieron a su peor momento. En Rafah, Israel está dedicado a destruir las ruinas, que no quede piedra sobre piedra. Y nada ni nadie detiene a Israel.

Tregua con genocidio

Recordemos que la resistencia palestina ha estado dispuesta a negociar desde la primera semana después de la operación diluvio de Al-Aqsa, mientras Israel aceptó la propuesta hecha en mayo de 2024, pero solo 8 meses y miles de muertos después.

A pesar del compromiso de cese al fuego, organizado en varias fases, Israel ha decidido traicionar su palabra, como ya lo habíamos advertido, al obstaculizar el inicio de la negociación de la segunda fase (que debía empezar el 6 de febrero), luego estancó el proceso de diálogo y finalmente desató el terror. Israel no busca, ni buscará, una negociación que lleve al fin del conflicto.

Recordemos que Israel sigue en pie de guerra en varios frentes; a pesar de la tregua firmada con Hizbollah, continúa ocupando territorios del sur del Líbano y ha aumentado su ofensiva contra el sur de Siria, ocupando territorios, más allá del Golán.

Claramente, la resistencia palestina cumplió su parte: liberó a varios de los israelíes que tenía en sus manos y no realizó operaciones militares durante la tregua. El acuerdo no fracasó por culpa de Hamas. Incluso, Hamas liberó a un soldado israelí-estadounidense, pero eso no cambió la ecuación.

El acuerdo fracasó porque no hay mecanismos para garantizar el respeto a lo firmado, porque la comunidad internacional no está comprometida con exigir a Israel soluciones y, principalmente, porque el sionismo es por naturaleza traidor.

Estos ataques masivos constituyen una ruptura del acuerdo del cese al fuego por parte de Israel. El embajador sionista ante la ONU dijo que los ataques continuarán hasta que se “liberen todos los cautivos”.

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, afirmó que “las puertas del infierno se abrirán en Gaza” y que el grupo palestino será golpeado con una fuerza que “nunca antes ha visto”. Por supuesto esa decisión fue consultada con los socios de Israel en Europa y en Estados Unidos.

El primer ministro Benjamín Netanyahu afirmó que Israel controlará “todo el territorio de Gaza” como una meta de la nueva operación aérea y terrestre, en la cual ya Israel ha convertido en “zona buffer” el 35% del territorio de Gaza.

Israel y sus aliados

Ninguna de estas cosas habría sido posible sin la presidencia de Donald Trump, quien, al igual que muchos medios de comunicación, han reducido la agenda del genocidio a la supuesta “seguridad de Israel” a la liberación de los israelíes en manos de la resistencia, tema que precisamente debía abordarse en las nuevas fases de la negociación.

El silencio mediático, impulsado por el sionismo a nivel mundial, nos empuja a olvidar las decenas de miles de personas asesinadas en Gaza, el nivel de destrucción de los hogares palestinos, las torturas en las cárceles, la amputación de menores de edad, la destrucción de hospitales y los bombardeos indiscriminados.

Israel sabe perfectamente que muchos estados árabes y musulmanes no van a ir más allá de declaraciones vacías; Israel también sabe que la llamada comunidad internacional y que las Naciones Unidas no son un peligro, y que los tribunales internacionales no tienen dientes.

Luego de 11 semanas de bloqueo, solo 9 camiones con ayuda humanitaria de la ONU pudieron entrar a Gaza, el lunes 19 de mayo, de los 500 camiones necesarios. Ya lo había dicho el ministro de Seguridad, Ben Gvir: “No debemos darles oxígeno a nuestros enemigos”.

Mientras un médico militar, el doctor Sabo Amos, sostuvo que matar palestinos era una medida de “medicina preventiva”, como “eliminar cucarachas y otros insectos repugnantes”.

La llamada “comunidad internacional” en el mejor de los casos sacará declaraciones sobre las consecuencias del genocidio (hambruna, limpieza étnica, asesinatos, etc.), pero no sobre las causas. Esos pedidos, aun en caso de cumplirse, no resolverían el problema de fondo: el proyecto sionista.

Como en un bucle macabro las mentiras se repiten, así como el sistemático asesinato de niños palestinos. La reducción de la ocupación a la resistencia sigue siendo la constante en “los analistas”. El horror se repite y la humanidad repite su indiferencia.