Víctor de Currea-Lugo | 31 de julio de 2024
El máximo dirigente del buró político de Hamas, Ismail Haniya, murió en Irán. Este no es un asesinato más, es uno de los peores momentos de Oriente Medio, es una declaración de guerra y el primer paso de una escalada sin precedentes.
Haniya nació en el campamento de al-shati (La Playa) ubicado cerca al mar mediterráneo en la ciudad de Gaza, y donde seguía viviendo su familia. En octubre pasado, 14 de sus familiares fueron asesinados por Israel en Gaza, y en abril pasado sus tres hijos y sus cuatro nietos fueron igualmente asesinados.
Hijo de refugiados de 1948, estuvo encarcelado por tres años durante la primera intifada. En 2006 fue elegido primer ministro palestino, de un gobierno de unidad que no duró sino 15 meses.
La muerte de Haniya repite un libreto ya conocido: recordemos que el fundador de Hamas, el sheik Ahmed Yassin, quien estaba en silla de ruedas desde los 12 años de edad, fue asesinado, en marzo de 2004. De hecho, los cohetes usados por Hamas llevan su nombre.
A tener en cuenta tras el asesinato de Ismail Haniya
Este crimen debe leerse teniendo por lo menos en cuenta los siguientes elementos:
1. Fue un ataque en territorio iraní, lo que supone una agresión a su soberanía. Si el ataque israelí a una sede diplomática de Irán en Siria (1 de abril de 2024) produjo una gran demostración de fuerza, ahora se esperaría algo mayor. Recordemos que, el 13 de abril de 2024, Irán lanzó más de 300 (entre drones y misiles) golpeando de manera precisa objetivos militares de Israel.
2. En enero de 2024, el líder de Hamas Saleh al-Arouri fue asesinado por drones israelíes en Beirut. Y, ahora, pocas horas antes de la muerte de Haniya, se repitió el formato: Israel asesinó a Fuad Shukr, también en el sur de Beirut. Shukr era un alto líder militar de Hizbollah, muy cercano al líder de esta organización, Hassan Nasrallah. Es decir, la muerte de Haniya hay que leerla como un ataque a todo el eje de la resistencia.
3. Haniya era el principal líder de la resistencia, la persona más importante y más emblemática Hamas, lo que es un duro golpe a la lucha palestina. La estructura de Hamas le permite su remplazo inmediato, así que no es un golpe militar insuperable, pero sí un duro golpe político.
4. Las reacciones han sido inmediatas. El presidente turco, por ejemplo, condenó el asesinato, al igual que el canciller de Pakistán; en Cisjordania se declaró una huelga general; en Irán empezaron tres días de duelo; Irak calificó el crimen de una violación al derecho internacional.
5. La vulnerabilidad de Irán se vuelve a hacer visible. Recordemos que Israel ya había asesinado varios científicos nucleares iraníes en Teherán. La respuesta iraní es una obligación, pero no lo hará de manera desesperada, sino calculada. Hizbollah ya ha demostrado tener imágenes de los objetivos militares israelíes y eso lo sabe Irán.
6. La respuesta no va a ser solo de Irán, sino también de Hizbollah, de los yemeníes y de la resistencia en Gaza. La suma de acciones en la región no permite hablar de un frente sin mencionar al otro. Hizbollah responderá ante la muerte de Fuad Shukr, Irán por la violación de su soberanía y Hamas por el asesinato de su líder, pero todos juntos por la muerte de Haniya.
7. Es un duro golpe a los intentos, hasta ahora fallidos, de negociación política, no solo porque Haniya era uno de los principales negociadores, sino porque el mensaje es claro: Israel no quiere los caminos del diálogo, como lo ha demostrado con sus evasivas y demoras en el proceso de negociación. Como dijo el primer ministro de Qatar: “¿Puede tener éxito la mediación cuando una de las partes asesina a un negociador?”
8. Benjamín Netanyahu optó por ese asesinato porque sabe que la única manera de evitar la cárcel es mantener la guerra. Hasta ahora, los ataques limitados de Hizbollah ha generado un gran desgaste económico, político y militar para Israel; pero una confrontación regional sería otro escenario: el plan de Netanyahu parece buscar arrastrar a Estados Unidos a la guerra.
9. En plena campaña electoral en Estados Unidos, los candidatos hacen maromas entre mantener su apoyo a Israel y, al mismo tiempo, mantener a Estados Unidos por fuera de una participación directa en las hostilidades. En todo caso, la colaboración estadounidense en el genocidio es innegable: provee el 69% de las armas que usa Israel. Además, es ingenuo pensar que Estados Unidos no estaba informado antes del crimen.
10. Donald Trump demostró durante su mandato que está del lado de Israel; Joe Biden dijo alguna vez que “si Israel no existiera, inventaríamos uno”. Y Kamala Harris más allá de ser mujer y negra (sic), es una sionista convencida que no haría la diferencia. No hay esperanza en la política exterior de Estados Unidos.
Nadie sabe qué va a pasar en Oriente Medio en las próxima horas, siempre lo digo, pero esta vez podemos precisar que es muy difícil esperar buenas noticias.