Víctor de Currea Lugo | 15 de junio de 2016
En junio de 2016, hubo un ataque contra la discoteca Pulse, un bar gay en la ciudad de Orlando (Estados Unidos), dejando 50 muertos y 53 heridos. El motivo: la homofobia.
Orlando es hoy sinónimo de desgracia. Una parte del mundo católico, ese que sin conocer el Corán sale a despotricar contra él, se enfrenta a fijar una postura frente a una masacre de homosexuales. Y la cosa no se resuelve diciendo que es culpa del Islam, ni que todos somos hijos de Dios. ¿Por qué no? Pues porque la Biblia, literalmente, dice: “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre” (Levítico, 20:13). Este libro es además parte del Pentateuco que leen fervorosamente los judíos.
La homosexualidad es inmoral y debe ser castigada, son las dos cosas que se desprenden de la cita bíblica. Hay comportamientos inmorales y otros que no lo son: para el famoso Lot, prostituir a sus hijas no era pecado, pero sí la sodomía. Y esa acción pecaminosa no puede quedar impune, el castigo no es discrecional sino obligatorio: muerte gritan los procuradores, sangre pide el público, destrucción de Sodoma ordenan los dioses. En el Corán también se rechaza la homosexualidad: “satisfacéis vuestros deseos con los hombres y os apartáis de las esposas que vuestro señor creó para vosotros. Sois un pueblo que viola la ley” (26:165).
Podemos decir, irónicamente, varias cosas: el asesino nació y creció en un país de cultura de mayoría judeo-cristiana. ¿Qué pasaría si su país de crianza hubiera sido Siria? Si no es argumento suficiente, ¿por qué corremos a citar la nacionalidad cada vez que hay un musulmán o un árabe involucrado en un acto violento?
Además, podemos decir que hay un fragmento de un libro sagrado que bien pudo haber determinado su accionar. Esto se dice cada vez que hay un ataque islamista sin comprobar la conexión entre el Corán y el suicida de turno. ¿Podría deducir o inventar el mismo vínculo directo entre la Biblia y la violencia contra los homosexuales? ¿Sería mejor si el fragmento citado fuera del Corán? ¿La homofobia cristiana es menos homofobia? Claro que hay fragmentos de paz y amor en la Biblia, pero eso no borra el terrible dictamen de Levítico.
Hay algo que no encaja, me dirán: Omar Mateen no era católico; en rigor tampoco era musulmán: matar inocentes y usar la violencia de esa manera, especialmente en el mes de Ramadán, tampoco son acciones musulmanas. Los cristianos tienen que decidirse si están a favor de la vida y del libre albedrío, o si prefieren la pena de muerte contra los pecadores de los que habla Levítico. Por eso lo mejor para ellos, que es lo que harán, será evadir la discusión.
Hace algunos años, un musulmán afgano decidió convertirse al cristianismo. Dicho acto de apostasía se debe castigar en el Islam con la pena de muerte. Sin embargo, el presidente de Afganistán no pudo aplicar tal pena por presiones explícitas de la Unión Europea. A su vez, el parlamento afgano fue implacable: debía castigar al apóstata o perdería el apoyo de los líderes de las provincias, férreos defensores del castigo. Finalmente, el entonces presidente, Hamid Karzai, optó por declararlo enfermo mental
Esta decisión resuelve la necesidad de una respuesta políticamente correcta, pero no el debate de fondo. El problema de fondo es si es posible ser homosexual y musulmán, judío o cristiano. Más aún, me pregunto si es posible ser feminista y parte de algunas de esas religiones, incluso ser activista de derechos humanos y creyente. Jesús, uno de los personajes bíblicos con más fuerza, insistía en cómo algunos ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio ¿Es el cuestionamiento al Islam un acto racional o un impulso? ¿Es la islamofobia una razón o un sentimiento? Si fuera lo primero, quisiera ver las razones que lo hagan esencialmente diferente a otras religiones; si fuera lo segundo, entonces aceptemos que el odio se impone como razón y como excusa válida para cualquier barbarie.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/opinion/opinion/orlando-y-levitico-o-de-la-homofobia-columna-637949