Ante el genocidio, un pacto por Palestina

Víctor de Currea-Lugo, MD, PhD
Asesor presidencial para Oriente Medio, Colombia

Palabras en la Conferencia ministerial de emergencia sobre Palestina, convocada por el Grupo de La Haya, Bogotá, julio de 2025.

Distinguidas delegaciones:

La mejor forma de implementación de lo que dice el derecho internacional sobre Palestina es empezar por lo simple, lo que ya está en las normas internacionales: el derecho de los refugiados palestinos a regresar, respetar el estatuto de Jerusalén, ratificar el carácter ilegal de los asentamientos, rechazar la adquisición de territorio por medio de la fuerza y destruir el muro del apartheid que fragmenta Palestina. Esto no es un programa maximalista: es apenas lo básico.

Hoy, el derecho está en riesgo y debemos evitar que se diluya en el ruido de la guerra. Pero no se trata de escribir un nuevo derecho, sino de aplicar el que ya existe. Tampoco podemos permitir que los genocidas interpreten las normas, como lo vienen haciendo, para justificar sus crímenes.

Las resoluciones de Naciones Unidas son claras; las opiniones consultivas de la Corte Internacional de Justicia también lo son. El derecho está de nuestro lado. Y si este genocidio tiene rostro, que también tenga manos: las nuestras.

Estamos frente a una realidad compleja: Israel no es solo un Estado genocida con países que le apoyan, es también un Estado agresor de sus vecinos. Los Estados tenemos la obligación de ir más allá y hacer lo que nos corresponde. La situación en Palestina exige algo más que declaraciones: exige compromisos y acciones.

Lo que ocurre hoy en Gaza es un fracaso. No se distingue entre civiles y combatientes; se ataca la infraestructura de salud; se criminaliza la ayuda humanitaria; y además se bloquea la entrada de alimentos y medicamentos. Esto no es consecuencia de un desastre natural, sino de decisiones deliberadas de Israel.

Más de 200 periodistas masacrados, porque los genocidas le temen a la verdad. Más de 1.500 trabajadores de la salud ya han sido asesinados. El acceso a la verdad y a las ayudas debe ser un punto central de nuestra agenda.

Vale resaltar que lo que vemos hoy en Gaza es parte de una política que el mundo ya conocía desde hace décadas, aunque con una intensidad y una frecuencia menor. En otras palabras, lo sabíamos antes de octubre de 2023 y pudimos haber hecho algo a tiempo.

Tiempo de actuar por Palestina

Por todo esto, entre nosotros, debemos hablarnos con franqueza y medirnos con honestidad: comprometernos a implementar metas y objetivos medibles para que nuestra acción traspase las buenas intenciones. Desde acciones económicas hasta humanitarias. No por caridad, sino por humanidad. No es un favor a Palestina, es una obligación ética y jurídica.

En ese sentido, los compromisos que discutimos aquí deben traducirse en medidas específicas, como las que Colombia y otros Estados ya han empezado a implementar: la suspensión del comercio de armas, la revisión de tratados comerciales, la aplicación del principio de jurisdicción universal, la ruptura de relaciones diplomáticas, la investigación de crímenes internacionales y la sanción a empresas involucradas en prácticas ilegales.

Esto implica también poner fin a la instrumentalización de la ayuda como herramienta de castigo colectivo. No hay excusa para justificar el hambre, ni la negación de atención médica, ni el uso de la violencia contra quienes buscan ayuda. En los puntos de distribución, más de 800 personas han sido asesinadas mientras esperaban comida.

Ahora, son entendibles los costos comerciales y políticos que puede traer para nuestros países, por ejemplo, la ruptura de las relaciones con Israel. Debemos actuar también como un bloque consolidado frente a quienes no aprueban nuestra solidaridad. Y la pregunta que surge es ¿qué tal real es nuestra soberanía?

Propongo una cumbre mundial entre economistas y Estados para abrir mercados para el Sur Global. Y este Sur Global damos la bienvenida a los países europeos aquí presentes, bajo una alianza basada en principios.

Y parte de esa lucha es identificar las ramificaciones civiles que alimentan el genocidio. Esos crímenes no son ejecutados por un ejército que tome sus propias decisiones, sino por un entramado con muchos frentes y niveles: políticos, económicos, ideológicos, empresariales y mediáticos, que hacen presencia tanto en Israel como en nuestros países.

No podemos permitir que la guerra nos haga olvidar lo humano. Parte de la lucha contra el genocidio es enfrentar el enemigo en casa, máxime cuando este está creando todos los obstáculos posibles para quebrar nuestra solidaridad. No se trata solo de algo posible, sino de algo obligatorio.

El mandato final del derecho internacional para cualquier solución es el fin de la ocupación. La pregunta final es ¿qué esperaríamos que hiciera el mundo si nosotros fuéramos las víctimas de un genocidio? Cuando hayamos hecho todo por Palestina, aun así, habremos hecho muy poco.