Víctor de Currea-Lugo | 28 de Junio de 2014 (Desde Diyarbakir, Turquía)
El error está en pensar que Oriente Medio se explica país por país, olvidando que son, ante todo, una mezcla de naciones sin Estado y de Estados sin naciones. Irakes, una mezcla cultural (kurdos, árabes y turcomanos) y religiosa (suníes y chiíes). Pero sus guerras no provienen automáticamente de dicha mezcla, sino del pésimo manejo históricamente dado para resolver las tensiones entre diferentes grupos.
ISIS
Desde junio 5, milicias con armas automáticas y banderas negras avanzan conquistando ciudades. Su experiencia militar en Siria les permitió poner en huida al débil ejército de Irak. Sus siglas en inglés ISIS (en árabe, Daesh), su significado: Estado Islámico de Irak y Siria; su meta: crear un sultanato en estos países; su inspiración: Al-Qaeda. Su nombre es la negación del Pacto Sykes-Picot, mediante el cual Francia e Inglaterra acordaron repartirse el Oriente Medio, antes de que acabara la Primera Guerra Mundial.
Después de la ocupación de Irak en 2003, el futuro ISIS era uno de los tantos grupos de resistencia, luchaba bajo el nombre de “Al-Qaeda en Irak” y el liderazgo de Abu Musab al-Zarqawi (muerto en 2006). Con el nuevo liderazgo de Omar al-Baghdadi empieza a llamarse ISI: Estado Islámico de Irak, hasta 2010, cuando Al-Baghdadi muere en combate.
De allí, el grupo salta a una fase internacional: su nuevo líder es Abu Bakr al-Baghdadi quien interviene en Siria y se enfrenta con Al-Qaeda que le ordena limitarse a Irak y dejar Siria al grupo Al-Nusra. Esto finalmente le significaría la sanción de Al-Qaeda desconociendo a ISIS como parte de la red (febrero de 2014), a la que ISIS contestó acusándola de sufrir desviaciones (abril de 2014).
En diciembre de 2013, ISIS hizo presencia militar en la región occidental y desértica de Ánbar, abandonada por el gobierno y controlando ciudades como Faluya, y en junio desató la actual ofensiva.
Del lado de ISIS ahora lucha Al-Nusra, que recientemente anunció su apoyo, y milicias nacidas del antiguo partido de Husein, el Baaz, ilegalizado luego de la ocupación. Este apoyo del Baaz es fruto de que ambos luchan contra Maliki, pero sus agendas contrarias les llevarán, tarde o temprano, a la confrontación. Hoy la guerra ha llegado a las puertas de Bagdad.
Ejército de Irak
El ejército de Irak es hoy una mala copia del de Estados Unidos. Lucen armas y carros heredados de los ocupantes. El nombre oficial de ‘Nuevo Ejército’ no resuelve los viejos vicios de corrupción e incapacidad militar.
En los años ochenta, Irak declaró la guerra a Irán y, a pesar de contar con el apoyo de Estados Unidos, la Unión Soviética y la Liga Árabe, dicha guerra terminó en tablas. En 1991, cuando Irak ocupó Kuwait, aquél se dio a la fuga ante el avance de las tropas de la ONU que le expulsó en pocas semanas. Y en la guerra de 2003, la resistencia fue casi nula. Me contaban en Bagdad que apenas llegaron tropas extranjeras, muchos desertaron sin siquiera tomar las armas. El ejército iraquí fue disuelto por el gobierno ocupante en diciembre de 2004 y resucitado dos años después.
A comienzos de 2014, el ejército perdió el control de la región de Ánbar, que pasó a manos de ISIS y, para detenerlo, dependió más de los clanes locales que de su propia capacidad. En la reciente ofensiva del norte de Irak (junio de 2014) huyeron ante la presencia de ISIS, dejando armas y carros de combate que, junto con el dinero robado de los bancos, fortalece aún más a dichas milicias. Desde antes del ataque de Mosul, ya el ejército era percibido como una expresión armada sectaria. En cualquier caso, el daño a su imagen es tan grande que se confía más en la defensa que hagan los kurdos (a través de los Peshmerga) o los chiíes (a través de sus propias milicias).
Las milicias chiíes
La mayoría de la población de Irak son chiíes (65%) y allí están dos de sus ciudades sagradas: Karbala y Najaf. Para el ISIS (suníes) los chiíes son “falsos musulmanes” y por eso llegó amenazando los sitios sagrados de los chiíes. Además, cientos de soldados capturados en combate fueron ejecutados y las frases que acompañaban las fotos difundidas por ISIS tenían mensajes anti-chiíes. Así, el componente religioso alimenta parte de la confrontación: una batalla entre suníes y chiíes.
Ya hay milicias chiíes en Samarra peleando contra el ISIS. El líder chií Ayatollah Ali al-Sistani, llamó a las armas, lo que produjo el reclutamiento inmediato de miles de voluntarios especialmente en Basra y Karbala. Otro líder chií, Moqtada Al-Sadr, jefe del ‘Ejército del Mahdi’ (desmantelado en 2008), también llamó a la guerra contra ISIS y a la formación de un gobierno de emergencia que responda a los reclamos de los suníes marginados. Se dice que Al-Sadr podría convocar a 10.000 combatientes.
Ejército kurdo: los Peshmerga
El norte iraquí es kurdo. Ante la ofensiva de ISIS, los kurdos temen perder el control de su región, hoy bajo administración del gobierno federal del Kurdistán. Por eso han movilizado sus propias tropas, los Peshmerga (que significa “los que enfrentan a la muerte”).
Hay zonas en disputa entre el gobierno federal del Kurdistán de Irak y el gobierno de Bagdad. Una de ellas es la ciudad de Kirkuk, abandonada por el ejército iraquí y protegida ahora por los Peshmerga. Esta ciudad tiene un valor espiritual —es la Jerusalén de los kurdos— y un valor petrolífero para el que la controle. La incapacidad militar del ejército reforzó los ánimos kurdos de que Kirkuk sea parte de su territorio federal. Así, los Peshmerga llegaron a Kirkuk para quedarse.
Esta crisis le representa a Bagdad no sólo el descalabro militar frente a ISIS, sino también una dura derrota política ante los kurdos, a los que no supo proteger y con los cuales se verá obligado a replantear su relación; con los suníes deberá pensar en políticas más incluyentes si no quiere que algunos de ellos se sumen al ISIS, y frente a los chiíes queda claro que a éstos les tocó resucitar sus viejas milicias porque el gobierno no pudo.
La guerra de Irak es un problema internacional: es reflejo del crecimiento del terrorismo en Siria, del radicalismo suní en la región y de la dependencia petrolera de todo el mundo. La incapacidad iraquí para controlar su propio territorio ya causa alertas en Turquía, Jordania e Irán.
A Turquía el secuestro de decenas de turcos por el ISIS (entre ellos el cónsul general en Mosul) le obligó a establecer un canal de negociación. La preocupación de Turquía es tanto la frontera que comparte con Irak (331 kilómetros) y, sobre todo, las implicaciones de lo que pase con los kurdos en Irak, pues serán un ejemplo para los kurdos en Turquía (que suman más de 15 millones). Se le reprocha a Turquía haber sido más que complaciente (hay quien dice colaborador) de ISIS en la medida en que sus acciones servían para contrarrestar el movimiento kurdo-sirio, el cual ya ha logrado crear tres cantones autónomos en el norte de Siria.
Irán ha salido en defensa de sitios sagrados del chiísmo (Najaf y Karbala) y de sus hermanos chiíes. Irán es el país más estable de la región, y su eventual papel contra ISIS desviaría los cuestionamientos por su papel en Siria, además de aumentar su poder en la región.
A Siria le beneficia que se vea la región en clave de “guerra contra el terror” incluyendo su propio conflicto, pues desvía la presión internacional sobre la crisis de Siria e iguala a todos sus rebeldes como “terroristas”. Así, busca que el rechazo internacional al ISIS se extienda a su oposición armada y legítima.
Arabia Saudita apoyó la creación de un cinturón de escuelas coránicas en Afganistán en los años ochenta, posteriormente ha apoyado a suníes fundamentalistas en Siria e Irak, y ha sido acusado por Maliki, primer ministro de Irak, de estar detrás de ISIS (lo mismo aplicaría para Catar). La implantación de un islam suní prosaudí va creciendo en la región precisamente de la mano de tales grupos armados. La vinculación saudí es tal que hasta Estados Unidos le pidió dejar de apoyar dichos grupos.
Estados Unidos
Estados Unidos (y el Reino Unido) lo ha hecho mal: desde la creación forzada de Irak en los años veinte hasta la ocupación en 2003, pasando por el apoyo dado a Sadam Husein en los años noventa. Hoy el ISIS ofrece a Estados Unidos un enemigo del tamaño de sus miedos, es el sueño de Bush hecho realidad, pero después de una guerra y no antes. No falta quién pida un policía internacional que ponga la casa en orden, pero Obama está cansado de sus fracasos y sin apoyo político para una nueva aventura.
Rusia ha aprovechado la crisis para subrayar la cadena de errores de Estados Unidos en Irak, desestimando de paso posibles acciones estadounidenses en Ucrania. Por último está China, comprador de la mitad del petróleo iraquí y que se mantiene al margen, observando, como hizo en Libia y hace en Siria.
En ese desorden hay, hasta el momento, un perdedor, dos ganadores y muchos temores. El perdedor es el primer ministro iraquí, el chií Maliki, desprestigiado e incapaz de levantar cabeza. Los dos ganadores son Bashar al-Asad, quien encontró un escenario que le da la razón (léase esto con ironía) y los vendedores de armas que saben que ISIS luego del asalto a Mosul tiene sus arcas llenas para comprar armamento. Y uno de los temores, que ISIS se extienda a otro países, como Jordania, encendiendo aún más (si cabe) esta región del mundo.
Hoy todo indica que Irán no abandonará a los chiíes, los kurdos no devolverán Kirkuk, Maliki no renunciará (ni siquiera aceptó la propuesta de un gobierno de transición), el ISIS no va a retroceder, y Arabia Saudita no dejará de financiar grupos suníes radicales. La guerra, dolorosamente, está garantizada.
Publicado originalmente en El Espectador: https://www.elespectador.com/noticias/elmundo/quien-quien-guerra-de-irak-articulo-501256