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Víctor de Currea-Lugo, (desde Bagdad, Irak) 25 de diciembre de 2013

La celebración de la Navidad en Irak terminó en luto para el mundo cristiano. Un ataque contra una iglesia y un mercado en la zona de Dura, al sur de la capital, dejó 91 víctimas, entre muertos -al menos 44- y heridos. Un bombazo que escuchamos en toda Bagdad.

El ataque contra cristianos esta semana no es un acto aislado. Desde la invasión de Estados Unidos y sus aliados a Irak, en 2003, se han ido juntando los fanatismos y la intolerancia que hace posible el reciente crimen. En los últimos 10 años más de mil cristianos han muerto por razones religiosas y por lo menos 62 sitios cristianos han sido atacados.

No es una guerra de musulmanes contra cristianos. De hecho, muchos musulmanes viven mezclados con cristianos en varios barrios de Bagdad. Y la gente en las calles repudia el atentado, independientemente de su religión.

Cristianos en Mesopotamia 

El cristianismo llegó a Mesopotamia en el primer siglo de nuestra era. En el siglo VI muchos monasterios fueron construidos. En el siglo XIV, Tamerlán decapitó 70.000 cristianos en Tikrit y 90.000 en Bagdad.

En 1987, según el censo oficial, había 1,4 millones de cristianos en Irak, algunos de los cuales participaron en los círculos de poder de Sadam Hussein, al punto que uno de ellos fue ministro: Tareq Aziz, hoy en prisión.

Pero esa no fue la suerte de todos: muchos han emigrado y sólo alrededor de 330.000 sigue en el país. Los judíos también fueron perseguidos y expropiados. Algunas de sus casas están hoy abandonadas, muy cerca de la orilla del río Tigris.

En el caso de los cristianos, las medidas económicas de los años noventa, la ocupación de Estados Unidos y las presiones interreligiosas hicieron huir a muchos de ellos, tanto a países cercanos como a otras zonas más tranquilas dentro de Irak, como el norte kurdo del país.

Las presiones de grupos radicales contra los cristianos en estos años van desde forzar su conversión al islam hasta obligar a mujeres cristianas a vestirse de manera islámica, pasando por la remoción de cruces y otros símbolos de la cristiandad.

Muchos bares para fumar pipa de agua y tomarse un café han cerrado sus puertas. Los ataques a bares por las tensiones interreligiosas han opacado la vida nocturna. Me dicen que algunos bares han sido visitados por milicias armadas que prohíben la venta de licor.

Desde el punto de vista de la responsabilidad inmediata, la gente en las calles culpa a Al Qaeda. Desde el punto de vista más histórico, culpan a la ocupación. Un joven me decía en un área cristiana: antes de la ocupación había problemas, pero no nos matábamos por razones religiosas.

En la noche de Navidad varios centros comerciales vendían adornos que eran comprados incluso por musulmanes, aunque algunos cristianos se sienten temerosos de celebrar la Navidad en público.

Este año, con casi 7.000 muertos por el conflicto en Irak, termina superando en violencia a los anteriores y es comparable con 2007. Más allá de las diferencias de fe, Irak demuestra que la imposición de la tolerancia a punta de fusil no sólo es un desacierto sino que es echarle leña al fuego.

Publicado en El Espectador