Víctor de Currea-Lugo | 28 de enero de 2017
El comandante Pablo Beltrán es el jefe de la delegación de paz del Ejército de Liberación Nacional (Eln) en los diálogos con el Gobierno colombiano. En el vecino país de Ecuador concedió una entrevista a El Espectador resaltando, entre otras cosas, que no pretenden hacer la revolución por decreto.
¿Habrá inauguración de la mesa el 7 de febrero?
Aspiramos que los obstáculos que coloca el Gobierno para que esta mesa arranque su fase pública ya no vuelvan a aparecer. Estamos trabajando para eso, así haya sectores de los militares que digan que van a intentar un rescate por la fuerza del señor Odín Sánchez.
La agenda de “destrabe” de octubre pasado es esencialmente la misma de este enero, ¿perdimos esos tres meses?
Entre octubre y noviembre, al gobierno de Santos no le convenía abrir la mesa mientras no finiquitara los acuerdos con las Farc. Ese tiempo lo fueron gastando y por eso no se hizo la instalación del 27 de octubre. Duramos un mes en discusiones, hasta el 30 de noviembre, y nos fuimos a consultas con la idea de que el Gobierno no quería la mesa. Nombraron (la delegación) en la prensa, pero no en los decretos, porque la delegación solamente la nombraron el 28 de diciembre. Sabíamos que había un jefe de delegación (del Gobierno), porque él mantenía todos los días hablando en Twitter.
La gente que ha acompañado el proceso con las Farc se mide en muertos. En caso de que una violencia así se dé contra la gente que acompañe el proceso con el Eln, ¿ustedes cómo reaccionarían?
Hacemos un llamado a todos los sectores de la derecha más extrema a que también piensen en Colombia y vean que lo mejor es una solución política para el conflicto. Nuestro llamado es a que hablemos, a que el paramilitarismo deje de ser operaciones encubiertas de fuerzas del Estado u operaciones abiertas de fuerzas por fuera del Estado que buscan mantener un régimen para que nada cambie.
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¿Estaría el Eln dispuesto a sentarse con voceros del paramilitarismo?
Nos han mandado invitaciones. Lo que nos gustaría es que esos sectores que son autónomos, o que actúan como agentes paraestatales, digan si quieren seguir por ese camino. Por lo general, todos estos hechos de guerra están ligados a intereses económicos. Me comentaba gente de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales que cuando ellos otorgan licencias que dañan los intereses de las multinacionales, esas multinacionales acuden a los paramilitares para amenazar a las familias. El paramilitarismo no es solamente un ejercicio delincuencial por sí, sino que está ligado a grandes intereses económicos.
Frente al punto de la agenda de “transformaciones necesarias para la paz”, algunos dicen que el Eln busca hacer en la mesa la revolución que no pudo hacer en el monte…
Nadie va a tomar grandes medidas de cara a Colombia, porque el contexto internacional y el nacional no lo permiten. Cualquiera que llegue al poder en 2018, ¿qué puede hacer? Administrar la crisis. Si de algo están cansados los colombianos es de promesas; lo que se requiere son compromisos. Gilberto Alzate Avendaño dijo en los años 60: “Nosotros creamos los Pájaros (los paramilitares de esa época) y se nos salieron de las manos”. Eso se llama valentía, se llama valor civil. Cuando nos sentamos a la mesa exigimos interlocutores con valor civil.
Hay sectores del Eln que dicen que se trata sólo de una exploración y no de una negociación. Otros llaman a un sexto congreso. ¿Qué hay sobre la unidad del Eln?
Nosotros acostumbramos a medir la unidad por hechos. Si el Eln adquiere compromisos, los cumple todos. Cuando ustedes vean que no se cumplen los compromisos, quiere decir que el Eln está dividido. Nosotros pusimos una máxima sobre la mesa: compromiso que el Eln no pueda cumplir, no lo adquiere. La discusión sobre la paz en el interior de la izquierda y del Eln es muy amplia, pero, más que un debate político, es un debate de credibilidad: el año pasado mataron a 117 líderes, uno cada tres días, y en los primeros días de enero ya van 15, uno cada dos días. ¿Qué mensaje es ese? Pero de esta mesa no nos vamos a levantar, vamos a persistir en buscar una solución política del conflicto, pese a las adversidades que hay. Tenemos dudas, pero eso no quiere decir que esta delegación se vaya a levantar de la mesa.
El Gobierno no acepta comenzar una tregua bilateral. ¿Ha pensado el Eln en algún paso unilateral para desescalar?
Lo que le hemos propuesto al Gobierno es que esta mesa vaya tomando decisiones bilaterales que vayan creando un clima de paz, que vayan constituyéndose como un acuerdo humanitario que no queda para el final de las negociaciones sino que se va concretando en el mismo avance. Esa es nuestra propuesta. Eso por supuesto iría en dirección a un cese bilateral. No somos muy amigos de las decisiones unilaterales porque eso es eximir al otro de su responsabilidad. Si somos dos partes, cada una debe hacer su esfuerzo y asumir sus responsabilidades.
¿Cómo se va a convocar para la participación a los no organizados? ¿Cómo van a convocar a los empresarios? ¿De verdad creen que el uribismo va a venir a la cita? ¿Eso cómo sería en términos prácticos?
Nosotros decimos que con los adversarios más distantes es que hay que hacer los diálogos. Todos los sectores políticos deben participar, todos somos colombianos. Hay asociaciones de empresarios que envían saludos a este proceso a nuestras cuentas en internet; los consideramos bienvenidos. Pero también hay millones de colombianos que no tienen ni idea de qué es participar ni que tienen derecho a exigir los destinos de Colombia, que los sectores organizados ayuden a motivar. Del uribismo nos gustaría escuchar qué opinan del escalamiento de persecución política contra la izquierda.
Comienza dentro de poco la carrera electoral. ¿El Eln va a meter el proceso en un refrigerador o lo va a dejar como un “arroz en bajo”? ¿Qué estrategia tienen frente a la elecciones?
Nosotros tenemos esperanza en que la participación en esta mesa sea creciente, que lo que logremos avanzar acá —y que no es hacer un decreto sobre la revolución en Colombia, sino unos cambios básicos— y que esos partidos que están en la lucha electoral se manifiesten: eso es bueno, eso es malo, eso es un nacionalismo, eso es reformismo o eso es nada. Que los partidos políticos digan qué van a hacer con eso: si se va a la cesta de la basura o lo integran a sus programas, van a respetar, le darán continuidad. No se van a quedar callados, pues la gente que va a participar aquí también son los electores de ellos.
Usando sus propias palabras, ¿qué pasa con lo firmado en La Habana? ¿El Eln lo va a respetar?
En los acuerdos nuestros quedó por escrito que esta mesa iba a buscar la sincronía con La Habana. El Gobierno se opuso a que esta delegación de diálogo se encontrara con la delegación de La Habana. Llevamos dos años pidiéndole al Gobierno eso (una reunión de las dos delegaciones) y dos años escuchando negativas (de parte del Gobierno).
Es difícil imaginarse un nuevo modelo de justicia transicional luego de la mesa con el Eln, ya que el país es uno solo…
Nosotros admiramos unos elementos del acuerdo de La Habana, lo que tiene que ver con la verdad: que sea completa y no que cada uno tenga su verdad. Por una razón muy concreta: cuando hay verdad, hay justicia. Pero también tenemos críticas, ya que hay elementos de todo este sistema transitorio de justicia que están diseñados para exculpar al régimen, para exculpar a la élite, a esa minoría gobernante. Creemos que aquí hay dos partes y cada parte debe asumir sus responsabilidades.
¿Qué le deja al Eln como enseñanza la pérdida del Sí en el plebiscito?
Dos cosas: primero, que se enfrentaron dos maquinarias mediáticas y ganó la que tiene más capacidad de manipulación. Y segundo, que el hecho de que la gran mayoría, dos tercios, de los que deberían votar no votaron, significa que esa apatía y esa indiferencia son producto del sistema político. Eso no es espontáneo, por la incredulidad en el sistema de partidos. ¿Por qué tienen que recurrir a referendos y plebiscitos? Porque hay una crisis de la democracia.
¿Cuáles fueron los criterios para decidir a esas dos personas indultadas entre una lista de posibles?
Porque están condenados por un delito político: rebelión, y segundo, porque están en unas condiciones de salud muy graves. Nos interesa que este ejercicio que se hace con ellos convoque a que tengan una mejor atención médica y a que se sensibilice que así como están ellos hay miles de colombianos. Los compañeros indultados son apenas una pequeña muestra del hacinamiento, de la crisis humanitaria que se vive en las cárceles.
En el punto 5F, Acciones y dinámicas humanitarias, además del secuestro, ¿qué otras cosas incluirían?
La persecución política. Si a la gente que se acerca a participar la comienzas a matar, no hay participación. Si no hay garantías para los que quieren participar, ¿qué se espera de una mesa de este tipo?
¿Qué opina de la carta que le enviamos a la mesa más de 100 personas (los Cien) y sobre la que ya se manifestó el comandante “Nicolás”?
Que es muy buena porque significa que un centenar de colombianos que tienen un papel muy activo en la sociedad, en la academia, en la cultura, en el arte, se manifiestan en favor de la solución política. Eso es lo grande. A mi gusto, ojalá le hicieran críticas por igual a la insurgencia y al Estado. Ambos tenemos aciertos y ambos nos equivocamos. Esperamos que también tengan una visión crítica con el Estado.
¿Cómo se imaginan la inauguración de la mesa este 7 de febrero?
Si nos la dejaran organizar a nosotros, quisiéramos que nos acompañaran todos los sectores sociales y políticos de Colombia y de la comunidad internacional que se han echado al hombro este proceso. Quisiéramos que todos quedaran en la foto. Pero como no caben, tendremos que coordinar con la Cancillería del Ecuador un acto formal y otro acto donde los que no quepan en ese salón más estrecho puedan estar y podamos saludarlos.
Finalmente, se dice que ustedes están reclutando gente de las Farc y quedándose con las zonas de ellas…
Lo que está ocurriendo en el terreno es que muchas comunidades de zonas de donde las Farc se están retirando sufren la persecución política y entonces nos están llamando y nos dicen: ¿cómo hacemos? Es un asunto de supervivencia (de las comunidades).